viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo 4: Desde las sombras.

Cogí rápida un par de cosas: mi móvil y los cascos para escuchar música.
Me arreglé algo el pelo y salí de casa.

<<Espera, ¿en qué piso vive?>>

Sí, estas son las típicas preguntas que te vienen a la cabeza y que siempre se te olvidan preguntar por los nervios del momento. Y para colmo, me llegó un whats app de un amigo del bloque de enfrente.
Nos habíamos criado juntos desde pequeños, él tenía un año más que yo, pero prácticamente teníamos las mismas aficiones cuando eramos niños: videojuegos, salir a la calle con la pelota (algo complicado en Madrid, pero en fin), las cartas...
Pequeñas cosas que por aquel entonces para tí eran grandes, como la imaginación, porque, ¿quién no ha imaginado nunca estar en otro lugar? O incluso, ¿ser otra persona?
Ahora él y yo habíamos crecido y distanciado por el instituto y las amistades y raramente recibía palabras por su parte, por lo que me sorprendió el mensaje:

<<Necesitamos hablar, te espero en el callejón>>

¿Necesitamos hablar? ¿Sobre qué? Miré las escaleras y después mi reloj de pulsera, llevaba esperando en el portal un cuarto de hora ya. No vendria, seguro, solo había sido una broma y yo ahí,esperándole como una tonta.
No, no me iba a quedar ahí esperando a alguien que no iba a venir. Me fui al callejón.
Allí me esperaba él, al final, perturbando las sombras con su silueta recortada sobre la pared.

-¿Me buscabas? -pregunté en cuanto le ví.

Él se despegó de la pared y avanzó hacia mí con paso firme. Se le veía decidido y con un pequeño temblor en las manos, ¿qué le pasaba?

-Eh, ¿qué ocurre? -no podía evitarlo, siempre me preocupaba mucho por la gente, aunque luego yo no le importara nada a nadie.

Empezó a sudar copiosamente y le temblaba la voz al intentar hablar.

-¿Recuerdas nuestra conversación del otro día? -dijo tras tragar saliva un par de veces.

<<Vaya una pregunta más estúpida>> Pensé .

Claro que la recordaba, como si fuera ayer. Esa maldita conversación me había rayado todos estos días atrás y precisamente ahora que casi la había olvidado...
Asentí a su pregunta mirándole fijamente. Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él.

-¡Eh! ¿Qué haces? -dije tratando de apartarme un poco.
No me sirvió para nada, él entrenaba en el gimnasio y además corría en un equipo de atletismo, su fuerza no era nada comparada con la mía.-Mario, suéltame.

Negó con la cabeza y se acercó mientras yo trataba de apartarme, ¿qué demonios hacía?

-Dije que quería probar tu sabor, y es lo que pienso hacer.

Se juntó a mí dispuesto a llevar a cabo su objetivo, mis labios.

-Mario, déjame -repliqué con el corazón a cien, el estaba a solo milímetros de mí.
Se siguió acercando haciendo caso omiso a lo que le decía. Quizá fui demasiado brusca, pero le aparté de un empujón.

-¿Qué te crees que haces? -le grité mientras respiraba con fuerza.

Escuché unas risitas detrás de mí y me giré de golpe, no tuvieron tiempo a esconderse. En la boca del callejón se encontraban sus amigos riéndose a carcajadas mientras uno sostenía en la mano un móvil. Mis mejillas comenzaron a encenderse y busqué la mirada de Mario enfurecida.
Tenía la vista en el suelo.

-¿ASI QUE PARA ESTO QUERÍAS QUE VINIERA? -le reproché dolida.-¿PARA HUMILLARME ANTE TUS AMIGOS?

Los ojos me ardían, pero no quería llorar ante ellos, jamás. No contestó a mi pregunta, simplemente miró a sus amigos que desde atrás le animaban.

-Perfecto... -murmuré llena de rabia. Con paso firme me fuí de allí, abriéndome paso a empujones entre los muchachos.

-Uuh, la niñita se ha cabreado -comentó uno.
-Seguro que le habría gustado el beso, todas son iguales -dijo otro entre carcajadas.

No me digné a volverles la vista ni a contestarles, no quería entrar en su propio juego. Volví a casa.

[[CONTINUARÁ ;)]]


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