miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo 3: Tras la pantalla

Leí con con corazón en un puño el mensaje, decía lo siguiente:

<<Se de donde eres, vivo casi junto a ti y ni siquiera te has dado cuenta>>

¿Vivía en la misma ciudad? ¿Y si solo me estaba tomando el pelo? Hay mucha gente por internet que se dedica a eso, engañar a jóvenes hipócritas que solo buscan a gente que las comprenda.

<<¿De veras? ¿En qué barrio vives?>>

Toda información que pudiera sonsacarle sería valiosa, no debía fiarme de nadie, estaba sola en esta empresa; nadie de mi familia sabía nada de las redes sociales ni la gente nueva que conocía. Tardó lo suyo en contestar, pero finalmente recibí su mensaje.

<<En el barrio de Carabanchel y si no me equivoco tu también>>

Me puse pálida, conocía a casi todas las personas del barrio, pero nunca a nadie llamado Carlos, seguí indagando.

<<Acertaste, pero no hay ningún Carlos en este barrio, al menos, que yo conozca>>

<<Soy nuevo, me acabo de mudar >>

"De ahí esos camiones de mudanzas..." pensé para mí. Mamá me lo había comentado hace un par de días, pronto tendríamos vecinos nuevos en el bloque.

<<¡Ah! ¿Eres tú el chico de Andalucía que se mudó al bloque con su familia?>>

<<Exacto, la verdad es que estoy un poco solitario por aquí, aún no conozco a nadie>>

"Mejor" Pensé, las personas de aquí lo unico que hacía era estropear la autoestima e intentar moldear a la gente nueva a su antojo y semejanza para que se unieran a su grupo. Si no eras como ellos te amargaban la existencia y te hacían el vacío ante todo el mundo.

<<Podriamos dar una vuelta, te mostraré la ciudad si te apetece>> Le escribí sin apenas pensarlo.

<<¡Genial! Esta noche a las 9 en el portal, ¿vale? >>

<<Como quieras :) >>

Y me desconecté automáticamente. Respiraba con fuerza y el corazón parecía que se salía de mi pecho.
¿Qué demonios había pasado? Esto no era propio de mí...

-¡A cenar! -gritó mi madre desde la cocina.
-¡Ya voy! -contesté con otra voz.

Apagué el ordenador y lo cerré. Respiré hondo y fui derecha a la cocina. En la mesa ya estaban puestos platos y cubiertos y mi hermana ya estaba sentada.

-¿Otra vez tarde, viciada? -me saludó desganada.
-A ti qué te importa -la dije fría sentándome.
-¿Tenéis que estar siempre peleandoos? -inquirió mi madre desde los fogones.

Las dos suspiramos al unisono, no nos llevabamos demasiado bien.
Eramos todo lo contrario: ella morena, yo rubia; ella con unas notas excelentes, yo con notables y algún que otro suficiente; ella adoraba el arte de la pintura, para mí la música era mi vida.
Mamá nos sirvió un plato humeante de sopa. Lo mire con cara de pocos amigos.

-¿Sopa? ¿Enserio? -suspiré en alto.
-Si quieres otra cosa, ahí tienes las sartenes -contestó mi madre tranquila.

Mi hermana me miró por el rabillo del ojo mientras se lo tomaba sin rechistar y comencé a tomar la mía a pequeños tragos. Cuando hube terminado recogí mis cubiertos y volví a la habitación con el ordenador. ¡Las nueve menos cinco! ¡¡Llegaba tarde!!

[[CONTINUARÁ ;) ]]

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