viernes, 26 de abril de 2013

Capítulo 6: Una nueva yo.

-Yo...eh...pues...

Bendito fue el instante en que sonó su teléfono.

-Disculpa -me dijo mientras se apartaba un poco de mí y charlaba por el auricular.

Suspiré aliviada, tendría unos minutos para reflexionar sobre lo que podría decirle, no todo tenía porque salir mal.
Volvió a acercarse a mí tapando con la mano el micro del móvil.

-Perdona, pero debo irme, últimos temas de la mudanza, lo siento.
-Tranquilo, no importa.

Hizo una mueca más o menos alegre.

-Me ha encantado haberte conocido, espero que nos volvamos a ver -me besó en la mejilla y salió a la calle.

Me quedé así, parada, bloqueada, sin ser capaz ni de decirle adios. Mi mano  temblorosa se desplazó hasta mi mejilla sonrojada y una traviesa sonrisa se adueñó de mis labios.
Subí rápida las escaleras hasta mi casa, saltándome peldaños para llegar antes. Cogí las llaves de mi bolso y abrí tan rápido como pude. Pasé fugar ante mi hermana que se disponía a salir en ese mismo instante y me encerré en la habitación con el corazón en un puño.
Dejé el bolso tirado por ahí y me lancé a la cama. Ya no tenía ganas de llorar, ahora era feliz. Él era real, MUY real. Recordaba las facciones de su cara, su media sonrisa... Me sentía un poco tonta, pero al mismo tiempo genial.
Mi corazón palpitaba alocado, no había nadie capaz de frenarlo, no ahora.
Miré al techo.

<<¿Esto es el amor? -me dije.- Si es así, ojalá no acabara nunca>>

Pero... Volví a poner los pies sobre la tierra. Él no conocía a Atenea, sino a una amiga suya, ¿cómo explicarle todo después de tanto lío? Tendría que hacer algo, no podía delatarme, no... La antigua Atenea pasaba desapercibida entre la gente, ¿no?

Bien, habría una nueva Atenea.

[[CONTINUARÁ ;)]]

viernes, 19 de abril de 2013

Capítulo 5: Oculta de todo.

Llegué a mi casa casi llorando, conteniendo las lágrimas, no por el intento del beso, sino por la impotencia contra ellos.
¿Qué iba a hacer, pegarles? Eso no era digno de mi, ante todo era pacifista, aunque practicara artes marciales lo último era la violencia.

Me topé con alguien con el vestíbulo del bloque y sin querer le pegué un empujón al intentar pasar a toda prisa.

-Lo siento -dije volviéndome hacia la persona con la que había chocado.
-Tranquila, no es nada -me respondió frotándose el hombro.

Le contemplé de arriba a abajo. Grandes y profundos ojos tapados por unas gafas cuadradas de RayBan, vaqueros un poco caídos, deportivas abiertas, camiseta de marca y móvil en mano.

-¿Te conozco de algo? - pregunté curiosa. Tenía los ojos hinchados, me apetecía llorar, pero no ante un desconocido.

-No, creo que aún no -me tendió la mano amistoso-. Soy Carlos.

Me quedé muda, ¿era él? ¿Enserio? Mi boca estaba paralizada, ¿qué se supone que debía decir? ¿Hola,soy Atenea y antes te he estado esperando como cuarto de hora en la entrada? Simplemente le dí la mano y sonreí como pude.

-E-Encantada -logré decir tras un momento de trance.

Me dedicó una media sonrisa.

-¿En qué planta vives? Soy nuevo por aquí y no me aclaro todavía. Es más, había quedado con una chica, pero la mudanza y todo eso... Me ha entretenido demasiado.

<<¿Y ahora, qué? Piensa Atenea, piensa...>>

-Quizá yo conozca a la chica, tengo tratos con todos los vecinos de por aquí.
-Genial, se llama Atenea, ¿la conoces?
-Atenea... Si,claro, esta tarde tuvo que irse a urgencias, un familiar, ya sabes...

Me miró con un poco de pena y tristeza.

-Vaya, pobrecilla, espero que no haya sido nada muy grave.
-No creo que sea nada grave, los médicos sabrán que hacer -me encogí de hombros dándole a entender que seguro que no pasaba nada.

¿Realmente se estaba creyendo todo lo que le estaba contando? Increible, la primera vez que hacía algo de eso y se lo tragaba, nunca pensé que fuera tan buena actriz. Lo malo ahora era deshacer todo este lío, ¿cómo decirle que Atenea era yo? Iba a ser complicado... Lo mantendría en secreto, no sería dificil.

-¿Y tú en que piso vives? Podriamos ir a dar una vuelta algún día -dijo volviendo a sonreir.

Eso me sonó como una bomba atómica, todo lo que acababa de inventar se iría al traste, ahora sí que me iba a pillar...

[[CONTINUARÁ ;)]]

viernes, 12 de abril de 2013

"Cuento especial"

Con motivo de la cuarta semana de este blog (es decir, un mes) he decidido dejar un poco la historia de lado esta semana para mostraros este pequeño relato que podríamos clasificar como parte de mi pasado. Aqui os lo dejo, espero que os guste ;)

~*~

Un último suspiro.

Darío miraba el álbum de fotos, extasiado, rememorando viejos tiempos mientras sonreía con añoranza. Aquello le traía tantos recuerdos... Era increible como pasaba el tiempo.

Pasó la página. El olor a salitre y el romper de las olas aún seguía en su cabeza. En la fotografía aparecía un niño de unos cinco años sentado en la arena de la playa con un bañador a rayas de color rojo y un sombrero de paja que doblaba su tamaño.

Y su pelo.. Por aquel entonces su madre se había empeñado en cortarle el pelo así y todo el mundo le llamaba "seta" o "setita". Antes le parecía molesto, ahora le hacía gracia verse a sí mismo.

Miles de recuerdos le asaltaron: las carreras en el patio del recreo cuando jugaba al pilla pilla, la excitación de jugar al escondite, perseguir ardillas por los jardines... Todo eso quedaba muy lejano.

Siguiente página. Su cara aparecía en primer término, llevaba puesta la orla de graduación. Aquella carrera que se sacó de magisterio no fue únicamente cosa de esfuerzo y dedicación, sino también mucho sacrificio. Las cosas en esos días no eran para nada como ahora.

Echó una ojeada por la ventana, llovía a cántaros y de vez en cuando se veía un haz de luz en la lejanía, quizá fuera la última vez que mirase por la ventana.

El sonido del picaporte de la puerta de la habitación le sacó del extraño trance. Dejó el álbum sobre la mesilla junto a la cama.

   -¡Abuelo! -exclamó la pequeña cuando entró en la habitación y corrió a abrazarle con lágrimas en los ojos.
Correspondió a su abrazo como buenamente pudo: sus fuerzas escaseaban y los tubos y cables a los que estaba conectado le impedían moverse con libertad. La niña lloraba a mares.

<<Es tan frágil, tan pequeña... Mi niña, unas vidas acaban, otras comienzan, es ley de vida. ¿Te acordarás de mí? Llegará el día en que todo esto no sea mas que un momento doloroso. Quisiera tenerte así, entre mis brazos cada día, protegerte, pero se que tampoco puedo hacerlo. Se aprende del dolor, madurarás y te convertirás en una gran persona, aunque no siga contigo para verlo>> Pensaba en aquel momento.

Los aparatos a los que estaba conectado comenzaron a emitir sonidos extraños. La apartó con suavidad para contemplarla por última vez.
Estas últimas horas solo había visto aparatos de rayos X, microscopios y otros cacharros que desconocía.

La niña tenía los ojos hinchados y enrojecidos y las lágrimas marcaban surcos en sus mejillas. Su pelo estaba alborotado y mojado y llevaba un vestido azul con unas botas llenas de barro.

Le limpió una lágrima como pudo y esbozó una leve sonrisa.

  - Te quiero...-dijo apenas sin emitir ningún sonido.- Adios...

Expiró.

viernes, 5 de abril de 2013

Capítulo 4: Desde las sombras.

Cogí rápida un par de cosas: mi móvil y los cascos para escuchar música.
Me arreglé algo el pelo y salí de casa.

<<Espera, ¿en qué piso vive?>>

Sí, estas son las típicas preguntas que te vienen a la cabeza y que siempre se te olvidan preguntar por los nervios del momento. Y para colmo, me llegó un whats app de un amigo del bloque de enfrente.
Nos habíamos criado juntos desde pequeños, él tenía un año más que yo, pero prácticamente teníamos las mismas aficiones cuando eramos niños: videojuegos, salir a la calle con la pelota (algo complicado en Madrid, pero en fin), las cartas...
Pequeñas cosas que por aquel entonces para tí eran grandes, como la imaginación, porque, ¿quién no ha imaginado nunca estar en otro lugar? O incluso, ¿ser otra persona?
Ahora él y yo habíamos crecido y distanciado por el instituto y las amistades y raramente recibía palabras por su parte, por lo que me sorprendió el mensaje:

<<Necesitamos hablar, te espero en el callejón>>

¿Necesitamos hablar? ¿Sobre qué? Miré las escaleras y después mi reloj de pulsera, llevaba esperando en el portal un cuarto de hora ya. No vendria, seguro, solo había sido una broma y yo ahí,esperándole como una tonta.
No, no me iba a quedar ahí esperando a alguien que no iba a venir. Me fui al callejón.
Allí me esperaba él, al final, perturbando las sombras con su silueta recortada sobre la pared.

-¿Me buscabas? -pregunté en cuanto le ví.

Él se despegó de la pared y avanzó hacia mí con paso firme. Se le veía decidido y con un pequeño temblor en las manos, ¿qué le pasaba?

-Eh, ¿qué ocurre? -no podía evitarlo, siempre me preocupaba mucho por la gente, aunque luego yo no le importara nada a nadie.

Empezó a sudar copiosamente y le temblaba la voz al intentar hablar.

-¿Recuerdas nuestra conversación del otro día? -dijo tras tragar saliva un par de veces.

<<Vaya una pregunta más estúpida>> Pensé .

Claro que la recordaba, como si fuera ayer. Esa maldita conversación me había rayado todos estos días atrás y precisamente ahora que casi la había olvidado...
Asentí a su pregunta mirándole fijamente. Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él.

-¡Eh! ¿Qué haces? -dije tratando de apartarme un poco.
No me sirvió para nada, él entrenaba en el gimnasio y además corría en un equipo de atletismo, su fuerza no era nada comparada con la mía.-Mario, suéltame.

Negó con la cabeza y se acercó mientras yo trataba de apartarme, ¿qué demonios hacía?

-Dije que quería probar tu sabor, y es lo que pienso hacer.

Se juntó a mí dispuesto a llevar a cabo su objetivo, mis labios.

-Mario, déjame -repliqué con el corazón a cien, el estaba a solo milímetros de mí.
Se siguió acercando haciendo caso omiso a lo que le decía. Quizá fui demasiado brusca, pero le aparté de un empujón.

-¿Qué te crees que haces? -le grité mientras respiraba con fuerza.

Escuché unas risitas detrás de mí y me giré de golpe, no tuvieron tiempo a esconderse. En la boca del callejón se encontraban sus amigos riéndose a carcajadas mientras uno sostenía en la mano un móvil. Mis mejillas comenzaron a encenderse y busqué la mirada de Mario enfurecida.
Tenía la vista en el suelo.

-¿ASI QUE PARA ESTO QUERÍAS QUE VINIERA? -le reproché dolida.-¿PARA HUMILLARME ANTE TUS AMIGOS?

Los ojos me ardían, pero no quería llorar ante ellos, jamás. No contestó a mi pregunta, simplemente miró a sus amigos que desde atrás le animaban.

-Perfecto... -murmuré llena de rabia. Con paso firme me fuí de allí, abriéndome paso a empujones entre los muchachos.

-Uuh, la niñita se ha cabreado -comentó uno.
-Seguro que le habría gustado el beso, todas son iguales -dijo otro entre carcajadas.

No me digné a volverles la vista ni a contestarles, no quería entrar en su propio juego. Volví a casa.

[[CONTINUARÁ ;)]]