viernes, 27 de septiembre de 2013

Capítulo 16: Día de verano.

El pelo me cae húmedo sobre los hombros y el sol brilla en lo más alto. Es un precioso día de verano el que se ha presentado hoy.

Camino hacia la toalla y me la envuelvo alrededor mientras cojo el móvil de mi bolsito y la crema solar.
Me siento en un lugar a la sombra desde donde se puede contemplar toda la piscina.

Aunque para ser sinceros, no había que ver gran cosa, este precioso día de verano era de los últimos este año, pronto comenzaríamos otra vez el instituto, ya casi se habían pasado los tres meses...

En el tiempo transcurrido, me encontré con Carlos muy de vez en cuando y por casualidad. A veces me hablaba y otras veces no. Y eso me desesperaba, ¿qué diantres se traía entre manos? ¿Por qué ya no me enviaba mensajes como antes?

Cuando nos conocimos en persona, estábamos casi todo el día hablándonos por Whats App (sí, finalmente le encontré una buena utilidad) o quedábamos para ir al parque, pero ya apenas estaba por su casa, puesto que no se oía ruido allá arriba ni tampoco tenía noticias de él.

Alguna vez llegué a plantearme que eran imaginaciones mías y en verdad, el piso de arriba seguía a la venta. Pero no, como dije antes, solo eran imaginaciones mías.

¿Mis "amigas"? Seguían igual, petando grupos con mensajes tontos, preguntando sobre moda o luciéndose cada una con su nuevo ligue de verano.


Me eché la crema solar por la cara y el cuerpo, era muy blanca y me quemaba con muchísima facilidad.

Ah, ¿dije que no había nada interesante que ver? Lo retiro.

Mario entró al recinto de la piscina con una toalla en el hombro.

<<Al lado mío no, al lado mío no...>> -suplicaba mentalmente mientras le veía acercarse a la sombra.

Finalmente se sentó a no más de un metro de mí. Le ignoré completamente, aún seguía cabreada con él.

Él me miraba de reojo mientras extendía la toalla. Imbécil. Lo había hecho adrede, seguro.

Saqué los cascos de mi bolso y conectándolos al móvil, encendí el reproductor de música a todo volumen dirigiendo mi mirada al otro lado de la piscina.

Mario se quitó la camiseta y se fue hacia las duchas de la piscina, seguro que iba a hacerse unos largos y a chulear un poco. Más allá, había un grupo de pijas haciendo... pues eso, lo que suelen hacer las pijas.

Me hizo hasta gracia la cara que pusieron todas al verle tirarse de cabeza, se quedaron pasmadas.

<<Demasiado músculo para mi gusto.>> -me dije mientras miraba los mensajes.

Doscientos cincuenta y ocho mensajes en media hora, increíble, su vicio había aumentado de manera inimaginable.

Leí un poco por encima lo que decían: discoteca...fiesta... esta noche...

Ah, y por supuesto allí iban a ir. Bah. Demasiada gente para mi gusto.

<<Yo no voy a ir, tengo cosas que hacer esta noche.>> -las escribí.

No tardaron ni cinco segundos en contestar .

<<Pues como siempre, ¿no?>>

<<Nunca vienes, ni que te fueras a romper.>>

En mi cabeza esos mensajes sonaban con su típica voz borde y de inferioridad.

<<No me gustan esos lugares, y si tengo mejores cosas que hacer, ¿qué?>> -contesté rápidamente.

<<Bueno hija, relájate que aún estamos en verano.>>

Resoplé por lo bajo.

<<Voy a darme un baño en la piscina, hasta luego.>>

<<Adiós>>

Volví a silenciar el grupo, no me quería salir de él pero la verdad es que no me gustaba que me llenaran el móvil con mensajes sobre planes en los que no me incluían.

 Las chicas estaban hablando ahora con Mario que estaba apoyado en el bordillo charlando animado. Un quebradero de cabeza menos.

Me quité la toalla guardando las cosas rápida y me lancé a la piscina a darme un remojón.

Las pijas con un gritito se apartaron para que no las salpicara. Casi me entró un ataque de risa al verlas saltar hacia atrás, y creo que a Mario le pasó lo mismo, porque las chiquillas se pusieron rojas al ver que se reía de ellas.

Hice un par de anchos y me salí fuera, casi era la hora de comer y tenía que ir a casa si no quería que me regañaran otra vez.

Mario salió detrás de mí. Que inoportuno.

Me sequé rápida y me vestí con un vestido corto de piscina mientras él se secaba con su toalla y se ponía la camiseta.

¡Era irritante! ¡Para colmo se iba al mismo tiempo que yo!

Salí rápida a la calle con paso firme mientras el caminaba algo más atrás con la toalla al hombro.

Me metí por todas las calles que pude pero él me seguía desde más atrás, así que, cansada de que me siguiera, me di la vuelta con brusquedad y me encaré a él.

-¿Qué diantres quieres ahora? ¡Deja de seguirme!

Me miró con una media sonrisa.

-Al menos ya veo que no me ignoras.
-Eres una lapa,  estas pegado a mí, ¿cómo quieres que te ignore?

Levantó los brazos en señal de que estaba guardando las distancias, suspiré en alto y volví a emprender mi camino. Pero él no me lo permitió porque me dio la vuelta agarrándome del brazo.

Me contuve  por no soltarle una bofetada y aparté mi brazo cabreada.

-Déjame en paz.
-Solo pretendía disculparme.
-A buena hora te disculpas, ¿a tus amiguitos les sigue haciendo gracia el vídeo?

Cerró los ojos dolido.

-Hice que borraran el vídeo, no me parecía justo que lo tuvieran y menos si tú y yo salíamos en él.
-Oh, que caballeroso te has vuelto, si que te preocupas por mí -le dije cabreada y con una pequeña muestra de sarcasmo-. Quiero llegar de una maldita vez a mi casa así que si no te importa, ¡déjame ya tranquila!

Mario me soltó el brazo mirándome con expresión seria y asintió con la cabeza, tomando él la delantera.

Al fin, una media hora después, llegué a mi casa. Ahora mi madre me echaría la bronca por llegar tarde...Bueno, ¿qué era lo peor que podía pasar?

Saqué las llaves del bolso y recé porque no me castigaran. Pero antes de meter la llave en la cerradura, me abrieron la puerta.

-Ya era hora -saludó Carlos contento cuando abrió.

Me quedé petrificada cuando le vi ante mi puerta.

-¿Qu-qué haces aquí? -pregunté cómo pude intentando no sonrojarme demasiado.
-Hola cielo -me dijo mi madre poniéndose al lado de Carlos mientras le daba las gracias y le sonreía.-,hoy los vecinos vienen a comer, cosas de tu padre -dijo susurrando eso último.

Asentí con la cabeza y entré corriendo colándome en mi habitación.

<<Papá, tú y tus geniales ideas >>-pensaba mientras me cambiaba deprisa y corriendo, esperando estar bien para Carlos...

Hacía mucho que no le veía, pero su sonrisa no había cambiado nada...

Me peiné el pelo un poco con los dedos y salí al salón, donde estaban sentados el padre de Carlos y el mío comentando el último partido  mientras nuestras madres preparaban la mesa.

Carlos conversaba animado en el sofá con mi hermana y otra chica alta.

<<Oh no... Es su novia...>>

[[CONTINUARÁ ;)]]

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